Presentación de “Marranismo e Inscripción, o el abandono de la conciencia desdichada”

A continuación copio la presentación que hice del libro de Alberto Moreiras, Marranismo e Inscripción, o el abandono de la conciencia desdichada, para un acto de mi departamento en el que se me pidió participar. Debido a los condicionantes del acto, la presentación que sigue es muy breve y no entra a comentar en profundidad muchas cuestiones del libro que merecen un tratamiento más pausado. Una de las cuestiones, y aprovecho esta ocasión para lanzar la pregunta, es acerca del estatuto (y, por tanto, validez) de las divisiones departamentales una vez rechazados los paradigmas culturalistas e identitarios y, por supuesto, los paradigmas filológico-nacionales de raigambre decimonónica. ¿Es, acaso, la lengua (o lenguas) lo que constituiría algo así como “el campo de los estudios hispánicos”? ¿O es, más bien, una apuesta teórica? Y si es tal, ¿no disolvería eso la pretendida -y generalmente inexistente- interdisciplinariedad en otras coordenadas, no ya en la universalidad de las humanidades sino en una singularidad teórica? En términos más concretos, ¿es el marrano un caso de los estudios hispánicos o una ruptura de los mismos? En caso segundo, Marranismo e Inscripción es un agujero hacia afuera dentro del campo mismo de estudios hispánicos… 

 

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El libro de Alberto Moreiras, Marranismo e Inscripción, o el abandono de la conciencia desdichada, es un libro que plantea numerosos desafíos interpretativos para el lector, en particular para el lector del campo de los estudios hispánicos por la reflexión que contiene acerca de las últimas décadas del lationamericanismo. A lo largo de 9 capítulos, más introducción y epílogo, Marranismo e Inscripción es un libro que no se agota en una sola interpretación y que con cada nueva lectura va proporcionando líneas de fuga adicionales respecto de lo que el libro cuenta – y respecto de lo que calla. Evidentemente esto último depende de la interpretación de cada cual, y esa –la invitación a la interpretación y la teoría– es una de las virtudes del libro, razón por la que creo que una discusión en profundidad de este polémico pero también sereno libro podría beneficiar aproximaciones alternativas al campo de los estudios hispánicos y su relación con la teoría y el pensamiento contemporáneo.

Más allá de los elementos que a primera vista pueden parecer autobiográficos, el libro de Moreiras es una apuesta por entender la tarea del pensador como algo que no se limita a la práctica académica-universitaria contemporánea, sumida bajo una lógica corporativista y excluyente, en tanto que ésta está dirigida principalmente por criterios de beneficio económico, lo que Moreiras denomina, según una interpretación marxiana que conectaría con Felipe Martínez Marzoa y Jean-Luc Nancy, «la reducción al principio de equivalencia». La tarea del pensador, si se toma rigurosamente, apunta siempre a un afuera de la mismidad y el ensimismamiento universitario, lo que Moreiras llama «post-universidad» y que en términos más comunes podría denominarse sencillamente como «la existencia». Lo cual, de acuerdo con el libro, no resta ni un ápice que la profesión universitaria deba hacerse con el máximo rigor, aunque no pueda identificarse la labor académica con la tarea teórica o del pensamiento. Cito el libro: «Durante años pensé en mí mismo como alguien comprometido centralmente con el discurso universitario, con la institución universitaria. Hoy debo admitir que ya no -trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, claro, pero algo ha cambiado. O seré yo el que cambió. Y entonces, para mí, ser un intelectual ha perdido ya su prestigio, el que una vez tuvo. Habrá otras maneras de serlo en las que el goce que uno quiso buscar pueda todavía darse. Hoy ese goce, en la universidad, solo es ya posible contrauniversitariamente» (16).

Precisamente el tono autográfico del libro se inscribe en la relación entre pensamiento y existencia, y se expone, en el doble sentido de declarar algo y de situar o situarse a la vista, en relación con todo un recorrido por la evolución de los estudios hispánicos y latinoamericanistas en las últimas décadas. Este recorrido señala varias rupturas y cambios en el campo profesional que van, en primer lugar, desde un paradigma de estudios muy dependiente de la filología tradicional y de la centralidad de la literatura, pasando por, en segundo lugar, la apertura del campo a los estudios culturales (y, nótese, que los estudios culturales parten de la, al menos, sospecha de que los estudios literarios eran estructuralmente elitistas y excluyentes). Hasta llegar, en tercer lugar y de un modo hasta cierto punto paralelo al segundo, a la creciente influencia de la teoría postestructuralista y la teoría feminista, provocando una inevitable e irrevocable transversalidad entre los estudios hispánicos y otros departamentos como los de lenguas romances e inglés, entre otros.

A partir de ese momento de cierta ebullición se va produciendo una constelación de distintos posicionamientos, postcoloniales, subalternos, neo-marxistas, decoloniales, y deconstructivos. Sin embargo, las expectativas que este contexto podrían generar pronto chocan con aspectos de la vida académica, tanto en su vertiente política como en su vertiente corporativa, lo que de un modo negativo señala el objeto real de Marranismo e inscripción. Más allá de luchas hegemónicas y de la tendencia a reducir la literatura a militancia política, surgen tres nociones claves en el libro: infrapolítica, posthegemonía y marranismo. Si los libros anteriores de Alberto Moreiras trataban polémicamente los paradigmas literarios y culturalistas, Marranismo e Inscripción levanta acta de estas polémicas y apunta en otra dirección completamente diferente. El nuevo libro de Moreiras condensa varias décadas de su carrera en los estudios hispánicos pero mientras hace ese recorrido se van perfilando otras figuras que rompen con los paradigmas establecidos. Por una parte, la figura del marrano. Pensar en el registro marrano es antes que nada una distancia respecto de todo identitarismo, sea político, sea cultural, lo que marca una relación con el archivo completamente diferente, en tanto que lo que enmarca el archivo no es una identidad previamente establecida sino la teoría y el pensamiento sobre una lengua.

Por otra parte, posthegemonía es una ruptura con las concepciones hegemónico-populistas de la política que pese a sus pretensiones acaban cayendo de un modo u otro en formas sociales y políticas ajenas a la democracia; posthegemonía sería, por tanto, un modo de pensar la democracia sin reducirla al juego político hegemónico-contrahegemónico ni a la reducción equivalencial economicista. Finalmente, frente la equiparación de cultura y literatura a alegoría nacional y militancia política, infrapolítica haría mención a una experiencia que pasa por debajo de las construcciones político-identitarias (en términos de Moreiras, una experiencia como sub-ceso) y refiere a aquello de la existencia que no se deja reducir a otra esfera, sea política, económica o cultural.

Para terminar esta presentación del libro, quiero terminar con una cita acerca de la figura que titula la obra, el marrano. «El marrano nunca quiere estar ahí donde lo ponen, de una manera o de otra, ni antes ni después de la acusación, y esa especie de rebeldía silenciosa o previa es quizá lo que ha provocado mayores problemas políticos para nosotros, el simple hecho de no querer o de no poder dejarse atrapar en las redes de la hegemonía a cualquier nivel supongo que resulta muy desconcertante y sospechoso y acaba por hacerse intolerable» (49). Ese simple no querer dejarse atrapar, marca «el fin de la conciencia desdichada» que define el subtítulo del libro y señala otras incursiones en el pensamiento que están por llegar y que Moreiras, y otros tantos, se disponen rigurosamente a acometer.

Notas crípticas sobre la conversación de Tijuana.

road2tijuanad

Informante bestial, informante diabólico, informante radical, que a su vez merece varias subcategorías. Mezclas de tipos en cada caso (por ejemplo, el que envía una carta anónima de denuncia falsaria puede incorporar los tres tipos, por ejemplo Marta Rovira diciendo mendazmente lo de “muertos en las calles” incorpora lo diabólico y lo radical y el análisis privilegia una u otra de las categorías, etc.).

Esos tipos contra el morador hiperfronterizo, el que vive en el secreto del desocultamiento, el marrano.

El hiperfronterizo entendido como el no-informante, es decir, el que vive en relación de sustracción respecto de la tipología del informante.

¿Qué es lo secreto, lo que regula la economía del informante? La “mismidad” del no-informante responde a la categoría (abiertamente presubjetiva) de “sujeto de la pulsión,” esto es, la pulsión de muerte en su singularidad máxima, o también,a aquello que en cada uno de nosotros se sustrae al Mitsein, al Mit- del Mitsein, contra Nancy, el lugar de la singularidad que ningún “cum” domestica.

La subversión del migrante marrano, el secreto del migrante, es el saber de la inexistencia del Gran Otro, el saber de la vacuidad de la fantasía social, y también, por lo tanto, el saber de la vacuidad de la teleología política.

El marrano en registro afirmativo apoya al estado contra la comunidad, y apoya la lucha del estado contra el estado de extracción. La batalla política de nuestro tiempo es la batalla del estado–único garante de la libertad posible–contra el estado de extracción–que organiza la servidumbre específica de nuestro tiempo–. Lo demás o es infrapolítica o es banal y está caduco.

El éxtasis del no-informante–del que se sustrae tendencialmente a toda tipología del informante–, su potencia de sobrevida y su oscura misión, son efectivamente lo que podríamos llamar o habría que llamar “aprender a callar.”

Aprender a callar es demanda de escucha, plantea demanda de escucha, pero solo porque es a la vez una sustracción radical a la escucha, un fin del análisis.

Hay un ejemplo histórico específico: el averroísmo popular de los siglos XII a XV en las comunidades judeo-moriscas de Tudela y León. Y había otras. No escribían, no dejaron más que traza de memoria.