Solo añadiría que ese segundo texto, en la medida en que sugiere que la anarquía pertenece al corazón de la democracia desde los mismos planteamientos de Derrida, aunque Derrida no dijera tal cosa explícitamente, que yo sepa, puede ahora, retrospectivamente, dedicarse a los que protestan contra el asesinato de George Floyd, y a la memoria misma de George Floyd. También ahí la persecución y la obsesión actuan en nombre de una democracia por venir.
Modo intelectual y “aprender a vivir.”
Anarquía y pasión absoluta. Diálogo con Gerardo Muñoz, “¿Democracia o anarquía?”
A pesar de lo argumentado por Alberto, me parece prácticamente imposible una reconciliación entre Agamben y Derrida, aunque sea en el límite. Agamben al entender que el pensamiento de Derrida, en todo caso, se sustenta en una interpretación democrática de Heidegger, es decir, en el intento de pensar un puro mando al margen de todo fundamento no hace sino conectarlo directamente con el paradigma providencial-gubernamental, que recordemos, según Agamben, es la base teológica de las democracias modernas.
Dicho esto, no me parece aventurado concluir que, al menos para Agamben, “una postulación anárquica en el límite mismo de la democracia” no pasaría precisamente por el pensamiento de Derrida. En todo caso, la cuestión de la democracia a partir de Agamben habría que buscarla, en mi opinión, en la relación existente entre la guerra civil y el mesianismo. La democracia solo sería pensable a partir del pueblo como minoría (pueblo-menor que dirían Deleuze y Guattari) y no en la presencia del otro.
Interesante, Pablo. Es más que posible que tengas razón, pero a mí me interesa más que arreglar un acuerdo entre Agamben y Derrida, claro, formular mi propio entendimiento, utilizando para ello elementos que extraigo de otros. Por eso pienso que hay un elemento anárquico en el sentido levinasiano en las protestas callejeras que estamos viendo estos días, que además son protestas que piden más democracia, no menos. Yo creo que no hay providencia en el texto de Derrida, la cuestión es más difícil con Lévinas.
Así yo pienso que no hay interpretación “democrática” de Heidegger, sino un uso de Heidegger desde un compromiso con la noción de democracia, igual que no habría una interpretación “anárquica” de Heidegger, si eso es lo que hizo Schürmann, sino un uso de Heidegger desde cierto entendimiento de una política no sujeta a archai, etc. Ese “uso” de la tradición me parece esencial para llevar adelante pensamiento libre, es decir, un pensamiento que rehusa de entrada seguir la letra de autoridad y que trata de atenerse a la cosa. Esto me parece importante, porque el pensamiento debe ser operacionalización más que hermenéutica.
Interesante intercambio. Gracias a ambos. Estoy de acuerdo con Alberto que no interesa mucho buscar un nexo entre Derrida o Agamben. El libro de Kevin Attell que comentamos aquí hace años hace un trabajo sobre sus diferencias. Lo único en lo que no estoy de acuerdo, Alberto, es cuando dices que las protestas actuales piden más democracia y no menos. En un sentido anárquico sí, pero no si por democracia entendemos representación y demanda. Lo interesante de las últimas revueltas – en particular Gilet Gialli y el octubre chileno del 2019 – es que indican lo que he llamado con Lianos una forma experiencial, donde ya no hay demanda, ni mucho menos “ocupación”. La ocupación de las plazas que fue el último sueño de los negrianos para “validar” la multitud. La revuelta experiencial busca el afuera. Curiosamente el lema en Chile fue “evasión”, que me permite a mi ligarlo a la evasión de la forma de vida metropolitana.
Gerardo, ya sabes que a mí eso del afuera me despierta muchos problemas. El mundo como exterioridad no es un afuera, no podría serlo. Y el afuera de la ciudad es solo un afuera de la ciudad, sin más, en un contexto en el que ya no hay campo ni es posible recuperar ningún telurismo por muy desesperado que sea. Las revueltas son revueltas contra la dominación, algo que Trump expresó claramente diciéndole a los gobernadores “you have to dominate.” Pero la resistencia contra la dominación es resistencia democrática siempre en cada caso.
Alberto, ciertamente pensar no se reduce a una cuestión meramente hermenéutica y siempre se piensa a partir de otros. Aquí totalmente de acuerdo contigo (Agamben también subscribiría esto). Por otro lado, no estoy en condiciones de entender plenamente tus planteamientos a partir de lo que he podido leer en este blog, por eso los tengo que llevar necesariamente a un terreno más conocido para mí. He comenzado a leer Línea de sombra, que espero que sirva para solventar un poco esta carencia (si tienes alguna otra sugerencia lo agradecería).
En todo caso, estoy un poco más de acuerdo con la línea de Gerardo. De ahí que sacara a coalición a Deleuze y Guattari (cuyas conexiones con Agamben siempre me han obsesionado). Para mi el afuera solo puede ser pensado como una exterioridad a la historia. En mi cabeza siempre está la sentencia de Pierre Clastres: “La historia de los pueblos que tienen una historia es, se dice, la historia de la lucha de clases. La historia de los pueblos sin historia es, diremos por lo menos con igual grado de verdad, la historia de la lucha contra el Estado”. Quizás en un momento como el actual, en el que la globalización capitalista ha conquistado hasta el último rincón del globo terrestre, se pueda pensar que ya no puede haber “un afuera de la historia (o de la poshistoria)”, por eso, bajo mi punto de vista, plantear su posibilidad es más urgente que nunca. Quizás como creo que sugería Gerardo “el pliegue” puede ser un buen lugar desde el que comenzar.
En cuanto a los sucesos de Estados Unidos, me viene a la memoria lo que Jesse, en Agaisnt the Day de Thomas Pynchon, escribió en el ensayo que le mandaron como deberes en el colegio acerca de qué significa ser americano: “Significa hacer lo que te mandan y aceptar lo que te dan y no hacer huelga porque si lo haces sus soldados te dispararán”. Ante semejante panorama una salida política articulada ya sea en la lucha (la democrática) o buscando “una salida” (la anárquica) me parece poco probable.
Pablo, escríbeme por favor a alberto.moreiras@gmail.com y seguimos, puedo mandarte algún texto. Postular un afuera sin más es caer en una trampa–pues la postulación solo puede hacerse desde un adentro que la postulación del afuera niega, y esas inversiones son puramente metafísicas y por lo tanto ilusorias. Recuerda los versos de Cavafis sobre la ciudad.
Dices: “Iré a otra tierra, hacia otro mar,
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos solo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí”.
No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.