Marranismo e inscripción El cuerpo que danza en el abismo

Marranismo e inscripción

El cuerpo que danza en el abismo

 

Notas en torno al libro de Alberto Moreiras, Marranismo e inscripción o el abandono de la conciencia desventurada (Madrid: Escolar, 2016)

Sergio Villalobos-Ruminott

 

 

  1. – Los diez capítulos que configuran el libro de Alberto están domiciliados en una misma apuesta fundamental, a saber, la posibilidad de abandonar el bosque originario para hacer una experiencia radical de éxodo y erradicancia, ya no atada a las demandas nostálgicas de la tierra. Esta tierra sería acá la universidad moderna, con su organización facultativa y geopolítica, y con su misión ilustrativa y configuradora de la lengua en la cual y con al cual se pensaba la universalidad capitalista occidental. Por supuesto, no se trata de un abandono individual de la universidad, para refugiarse en cualquier otra guarida para-universitaria, guarida que ya no constituiría ningún afuera de la universidad y que solo podría existir al estar tramada por la estructura de la demanda universal-universitaria moderna. No. Lo que Alberto nos propone es el abandono de una estructura afectica y conceptual que ha definido y determinado la comprensión de la función y del papel de las teorías y del saber moderno, y con ello, un abandono de la comprensión ético-política de la práctica intelectual, en la medida en que tal ética y tal política son la expresión de una operación de interdicción o contención normativa de la misma ética y política. Así, gracias a esta disyunción anómica o interregno la ética aparece como posibilidad de un moralismo salvaje y la política queda abierta a la reflexión infrapolítica, a su ejercicio.

 

  1. – La infrapolítica como ejercicio es una cuestión recurrente en el libro. Y habría que reparar en que el libro no trata de la infrapolítica al estilo de los manuales introductorios o de los mamotretos formativos que se concentran monográficamente en presentar y agotar un tema o un objeto. No. No es posible determinar la infrapolítica como el objeto del libro, y menos al libro como una propedéutica convencional. Sin embargo, Marranismo e inscripción es un libro infrapolítico, y quizás uno de los primeros. Es un libro, una colección de textos, una muestra si se quiere, en donde no hay un tema central en desarrollo, sino el ejercicio de un interrogación radical de ciertas constantes que definen la estructura afectiva y conceptual del bosque originario de los estudios hispanos y latinoamericanos. Y así, la cuestión misma del ejercicio debe ser ponderada para entreverarnos con la singularidad de la escritura contenida en el libro.

 

Ni teoría substantiva, ni método, ni operación, ni concentrado de saber, la infrapolítica sería un ejercicio existenciario, radicalmente concernido con la posibilidad de una interrogación posibilitada por el fracaso de toda interpelación, de toda demanda ética y política, pues en toda demanda ética y política está siempre en juego la subsunción de la existencia a los imperativos de una racionalidad principial y meta-física.

 

  1. – Tampoco se trata de una colección de ejercicios que un autor llamado Alberto Moreiras, estuviera ejecutando, de manera ejemplar, para maravilla y asombro de sus lectores. Pues no hay un sujeto o autor desde donde dichos ejercicios emanaran, como brota el agua desde una segura napa subterránea. Por el contrario, el ejercicio infrapolítico, que no es ni teoría substantiva ni metodología de lectura, consiste en la anulación del sujeto como principio de racionalidad unificante del sentido, y así, consiste en poner el cuerpo a danzar en el abismo de una escritura constituida en la inmanencia radical de su posibilidad. Por eso, estos textos que se encabalgan unos sobre otros con una misma orientación, liberar al pensamiento de sus amarras melancólicas, están lejos de emular el formato de la auto-biografía o de las confesiones: ni Las confesiones de San Agustín, ni las de Rousseau, ni la historia del dispositivo persona, ni las sutiles disputas entre Derrida y Paul de Man en torno al secreto y la confesión nos alcanzan para pensar lo que está en juego acá.

 

Marranismo e inscripción importa una escritura que es, sobre todo, autográfica, en la medida en que lo autográfico no remite a la unidad de un sujeto ni a los procesos de interiorización de la experiencia (la Erinnerung dialéctica), de recolección y puesta en forma. Es decir, se trata de ejercicios infrapolíticos destinados a abismar al sujeto, llevarlo al extremo de un agotamiento definitivo, para debilitar la estructuración onto-política de la demanda y romper con el cuerpo atlético del saber universitario. Ejercicios infrapolíticos cuya gimnasia no es ni restitutiva ni regeneradora, sino que está tramada por un pharmakon que desorganiza el cuerpo glorioso de la metafísica occidental.

 

  1. – Entonces, diríamos que Alberto pone el cuerpo en juego, o como se dice más comúnmente, le pone el pecho a las balas, y a partir de cruzar el ámbito anecdótico personal, con el teórico conceptual, nos propone una relación autográfica con la pregunta ¿qué significa pensar? Y, de manera más precisa, ¿qué significa pensar hoy, en el contexto de la subsunción de la universidad a lógica equivalencial del capitalismo planetario?, ¿qué significa habitar el horizonte problemático de los estudios hispanos y latinoamericanos justo ahí, en el interregno de una disyunción que ya no nos permite recurrir, restituir, las mismas economías principiales, éticas y políticas, que han estructurado la historia de nuestros campos de trabajo y la historia misma del pensamiento universitario? En eso consiste su apuesta, me atrevería a decir, en hacer bailar el cuerpo en el abismo de una época que ya no puede funcionar como fundamento. En efecto, sería la epocalidad misma la que se substrae, haciendo imposible sostener los presupuestos de una universalidad ideal, opuesta la universalidad fáctica del capital.

 

En tal caso, lo que se ha substraído para nosotros es la misma facticidad de esa universalidad, haciendo que las nociones constitutivas de la arquitectónica moderna, entre ellas las de universidad, sujeto, razón, fundamento, sentido, capitalismo, epocalidad y onto-teología, ya no produzcan época. Si esto es así, entonces la apuesta autográfica e infrapolítica del libro consiste en ejercitar el pensamiento, no desde le punto de vista del atletismo universitario, si no desde la condición danzante de los dioses ebrios que descubren que han olvidado la historia. Como los inmortales de Borges, que habitando más allá de la estructura sacrificial de la demanda, han perdido el interés por las acciones buenas y malas, yaciendo agotados y aburridos en una ciudad olvidada por los hombres.

 

Y no deberíamos desconsiderar que la figura del agotamiento está muy presente en Alberto, no solo en la respiración marrana de su caligrafía, sino en la traza de sus respectivas intervenciones. Pues en ese agotamiento, en ese cansancio, en esa desistencia, no opera una pasividad opuesta a la actividad, si no un abandono radical de la estructura subjetiva y subjetivante de la acción. Como nos decía Nietzsche, los superhombres son animales cansados de pequeña salud. La infrapolítica pareciera entonces retomar la hebra de las consideraciones intempestivas, para mostrarnos que el anti-Cristo actual no es si no el que se resiste a la seducción del homos academicus o universitarium, aquel sujeto fundante de sentido, dador de certezas, éticamente interpelado y políticamente correcto. Ahí, el cuerpo de la historia, agotado, se equilibra en el abismo, sabiendo que no es más que un tránsito y un ocaso.

 

  1. – Por lo mismo, las figuras de la duda, de la desesperación, de la negatividad, y del agotamiento no se superponen según una racionalidad fundante, sino que marcan un ahondamiento cada vez más radical de la condición contingente de la historia. Ya no solo un hegelianismo sin reservas, como leía Derrida las objeciones de Bataille a la dialéctica hegeliana, sino incluso la imposibilidad, tan cara a la fenomenología hegeliana, de restituirle un sentido a la duda desesperada de la conciencia natural. Hermenéutica de la existencia y fenomenología sin conciencia trascendental, la infrapolítica invierte la epojé racional y en vez de poner al mundo entre paréntesis, pone al sujeto cognoscente y a la estructura conceptual del saber en suspenso, para interrogar formas de la experiencia ya no interpeladas por la estructura sacrificial de la historia, de la filosofía de la historia. Si esto es así, entonces, el ejercicio infrapolítico despeja el bosque originario con un hacha, un martillo o una lima (poco importa eso ahora), para hacer posible que el paso de la duda metódica cartesiana a la duda desesperada hegeliana no sea contenido en una recolección subjetiva (aún cuando este sujeto sea la historia humana como totalidad), es decir, para que la duda desesperada no sea conjugable desde las astucias de la razón, sino que se abra hacia la problemática de la historicidad.

 

Agotamiento, aburrimiento, éxodo y errancia son figuras conjugadas en la reflexión infrapolítica en la medida en que ellas no integran una analítica subjetiva o psicológica, si no la posibilidad de una nueva analítica existencial acotada a la condición marrana de la existencia. En efecto, en la misma medida en que el marrano no constituye ni subjetividad ni identidad, tampoco puede ser homologado con la figura de la multitud o de la clase, pues en ellas todavía opera el dispositivo subjetivo del das Man, del hombre de la medianía. La interrogación infrapolítica de la historicidad de la existencia pasa, entonces, por la disyunción de esa existencia desde todo economía nómica, territorial e identitaria que ha estructurado la organización metafísica del bosque universitario. De ahí la incomodidad de la infrapolítica en el marco de los estudios de área, de ahí también su indisposición con la geopolítica moderna, con la filosofía de la historia y la filosofía política que insiste en la misma estructura sacrificial de la demanda. Como si el marrano prefiriese la experiencia del aburrimiento a la falsa entretención del “contarse cuentos”: la infrapolítica es, también, un abandono del discurso heliopolítico de la vigilia, y con él, del sonambulismo endémico de la crítica universitaria.

 

  1. – Para terminar estas primeras consideraciones, solo me queda preguntar, ¿cómo debemos confrontar nuestras prácticas universitarias, nuestras investigaciones y nuestras convicciones, después de haber ponderado el don radical de este ejercicio de auto-exposición infrapolítica? Por supuesto que siempre será posible hacer oídos sordos, no entender, acusar de nihilismo, de narcisismo, de resentimiento a la estructura afectiva que alimenta al libro. Pero eso sería no haber entendido su gesto fundamental, el abandono de la condición sacrificial de la historia es también el abandono de la conciencia desdichada, y por tanto, de toda inflexión bio-gráfica y subjetiva, personalista y testimonial. Se trata de un abandono de la estructura afectiva y demandante de los mismos estudios de área, pues esa conciencia desdichada es la conciencia resentida de la demanda, siempre infinita, por el reconocimiento, y por tanto, es la conciencia ya tramada por la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo, mostrándose ella misma esclavizada a la lógica de la confrontación hegemónica y de la necesidad del amor del padre, de la ley, de la institución.

 

El marrano no demanda amor ni reconocimiento, no se refugia ni se concerta para disputar nada, sino que desplaza siempre la demanda y pluraliza el conflicto central, hacia la heterogeneidad radical de la existencia. El libro no pide nada, no impone un qué hacer ni da un ejemplo ejemplar, es un ejercicio de abandono de la conciencia desdichada, crucial para retomar esa pequeña salud nietzscheana que marca la respiración agotada del pensador infrapolítico, aquel que habita el abismo de una existencia que ya no puede ser sobornada con las certezas de la conciencia bienaventurada.

 

Como nos decía Nietzsche:

“Bendito sea el que olvida, porque a él pertenece el paraíso.”

Pero más radicalmente:

“Bienaventurados sean los olvidadizos ya que vuelven a tropezar con la misma piedra”.

Por mi parte, solo espero que no olvidemos demasiado rápidamente lo que esta tramado y lo que trama este ejercicio.

 

Filadelfia, 2017

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s